Comentario
En torno a 1880 la consolidación de las economías primario exportadoras ya era una realidad en la práctica totalidad de los países de América Latina y como resultado dé la misma se había producido una importante aceleración del crecimiento económico. La demanda de nuevos productos como consecuencia de los avances en la industrialización y la incorporación al mercado internacional de nuevas regiones productoras de materias primas se vio favorecida por las innovaciones tecnológicas en el mundo del transporte y las comunicaciones, la adecuación de los métodos del comercio exterior a esta nueva situación y la expansión de las finanzas internacionales. Pero en este proceso también es necesario contemplar las transformaciones que se estaban produciendo en los propios países latinoamericanos, como la expansión de la frontera agrícola, la construcción de infraestructuras (particularmente puertos y ferrocarriles), el crecimiento demográfico y la inmigración y el surgimiento de nuevos grupos urbanos. Sin embargo, el crecimiento económico latinoamericano no afectó de un modo homogéneo a todos los países ni a todas las regiones, ya que, como suele ocurrir, éste se produjo a costa de importantes desequilibrios que facilitaron el desarrollo de algunas regiones y condenaron a otras al olvido, al atraso y al subdesarrollo.
Esta situación ha llevado a numerosos autores a hablar de la existencia de economías duales, donde coexistían una parte moderna y dinámica, vinculada al mercado internacional con otra parte antigua y atrasada, orientada al autoconsumo y que era explotada por la anterior. De alguna manera se reproducía en el plano interno la interpretación dependentista que distingue entre países centrales y periféricos. En este esquema son los primeros quienes explotan a los segundos en función de una determinada división internacional del trabajo, que en el caso de las economías duales se referiría a una división nacional del trabajo.
Para que la teoría de la dependencia funcione es necesario agregar que la incorporación de los países periféricos (los latinoamericanos en nuestro caso) a una determinada especialización productiva se debe más a imposiciones provenientes de los países centrales que a elecciones racionales, en función de la rentabilidad de las inversiones, realizadas por las distintas oligarquías nacionales. En este esquema, dichas oligarquías serían meras comparsas del imperialismo, que teniendo en cuenta únicamente sus intereses se plegaron a sus dictados. De este modo, se habla de las oligarquías "cipayas" o "vendepatrias".
La teoría de la dependencia, y otras explicaciones similares como la estructuralista, han introducido el factor externo, el "imperialismo", como el principal argumento interpretativo de cuanto pasa y ha pasado en la historia latinoamericana. Sin negar la importancia ni la magnitud de las inversiones extranjeras en el continente, ni los estrechos vínculos existentes entre los países del área y Gran Bretaña y los Estados Unidos, fundamentalmente, ni siquiera las fuertes presiones políticas realizadas por los gobiernos de estos dos últimos países sobre los gobiernos latinoamericanos, intentaremos profundizar en aquellas explicaciones vinculadas más estrechamente con los procesos internos y con el manejo de los gobiernos y los particulares de las relaciones internacionales.
También se ha señalado que los ingresos del sector exportador no sólo beneficiaron al capital extranjero sino también a las oligarquías nacionales. Estas habrían hecho, según la misma interpretación, un uso totalmente improductivo de los mismos, consumiéndolos en gastos suntuarios (construcción de palacetes, viajes a Europa, fiestas, etc.), sin reinvertirlos en la industria u otras actividades productivas y sin preocuparse por el desarrollo de sus propios países ni por el estado de los sectores menos favorecidos. Sin embargo, una serie de investigaciones recientes demuestra que la actividad exportadora tuvo un signo positivo para el conjunto de la economía y fue el principal motor del crecimiento. Los encadenamientos que podía promover la exportación servían de estímulo a otras actividades productivas, al igual que ocurría con el abastecimiento de algunas regiones dedicadas a la exportación. Por otra parte, y dado que los impuestos aduaneros representaban la principal fuente de ingresos fiscales, se observa que tanto las obras de infraestructuras, como la mayor parte de los gastos en educación, sanidad y en acondicionamiento urbano fueron posibles por la apertura económica y el endeudamiento externo que se produjo gracias a la expansión exportadora.